De nuestra falta de amor a la admiración, la generosidad, al recato, la transparencia, la desobediencia, al no sometimiento y a nuestra tenacidad. De nuestra falta de pasión por la admiración de la esencia de las acciones humanas y colectivas. De la falta de afecto en el rechazo de la conducta social, de la opinión marginal, de las democracias fiscales y no electorales, a las religiones, la moral, al nihilismo, las utopías, a los principios corporativos, la responsabilidad social individual, la independencia del ser, a su heterogoneidad y emancipación, a la colaboración, al compartir, a las motivaciones incorpóreas de nuestros actos, las consecuencias anímicas de estos, al regocijo del ser en todos los núcleos sociales, a la afinidad social y al renacimiento de la humanidad. De la poca estima al antibelicismo, a la paz, la condescendencia, la autodeterminación, la libertad, la insubordinación, al liberalismo, la satisfacción material y no espiritual, al meollo y a lo ineludible. Del poco aprecio al conocimiento, a la aprehensión, la naturaleza, la realización de nuestras tareas con nuestras propias manos, al pararelismo entre el progreso social e individual, al rechazo, al dinamismo, a la revolución social, las virtudes, la monogamia, lo hogareño, a la instrucción de nuestros hijos y al homo sapientia.
De nuestra frialdad ante los problemas que atañen al hombre y a sus sociedades. De la vergüenza de esta, pues muestra nuestra torpeza y que somos concienzudamente inconscientes, pues nos mostramos indiferentes ante la ley natural que subyace en nosotros.
" La vida persiste siempre en medio de la destrucción. Es la prueba de que hay una ley de la vida superior a la destrucción. Es lo que hace inteligible el orden de la sociedad, es lo que hace a la vida digna de ser vivida ".
Gandhi.
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