DEL CLUB DE LOS POETAS VIOLENTOS.

A Aina,

Nacemos siendo unos humildes poetas urbanos, mendigos del odio y de la violencia, perseguimos aquello que nos han dado durante mucho tiempo, nos juntamos con tales, con semejantes, que buscan lo mismo que nosotros, que buscan alguien con quien juntarse. Apreciamos los momentos tal y como son, apreciamos el juntarse y el hablar con desconocidos, que nos cuenten sus historias y sobre todo sus desgracias, que nos digan, que es lo que los ha llevado a esa tan penosa situación, y en cierta forma, nos regocijamos de lo afortunados que somos.

Nacemos y crecemos, pensando que somos violentos, que la vida es violencia, que la vida es vicio y delito, y que no hay nada que pueda pararnos, no pensamos, somos seres eternamente impulsivos, abocados a la mas perpetua sin razón, nadie nos puede parar, no hay nadie que se pueda poner en nuestro camino. Hemos visto tantas cosas, hemos estado en tantos sitios, tantos lugares, tantos destinos, y  siempre siendo esclavos de nuestros propios pies y de nuestras propias vidas, les decimos al resto, que ellos son los verdaderos desgraciados de sus penosas vidas, que es nuestra escasez, lo que hace nuestra vida más valiosa que el resto, que somos auténticos leones, que son nuestros pocos alientos lo que nos hacen respirar de una forma más feroz que a los demás.

Pero crecemos y crecemos, y sabemos que hay algo que no va bien, que eso es mentira, que no es verdad lo que te inculcan las calles y los niños, lo que te enseñan desde que eres un crío, tampoco crees en todas aquellas pallasadas, papanatadas y bobadas que te han dicho esa panda de vil rufianes y mentirosos acerca de la vida,  y te preguntas que qué es lo que pasa, qué es lo que les pasa a tus amigos, qué es lo que les pasa a tus enemigos y  qué es lo que le sucede a esta dichosa sociedad. 

Son las verdaderas penurias del resto, de tus buenos conocidos, lo que te hacen cambiar. Es cuando, ya no te fías de nadie, ni siquiera de tu familia, buscas verdades más fuertes, buscas libros, trabajos y experiencias, cuánto más gordas, más duras y más raras y extravagantes sean, mejor. Y empiezas a cambiar,  te empiezas a dar cuenta, que es poniendo la otra mejilla, con la que se consiguen las cosas, sigues siendo un ser anarquista, animal y natural, que no se somete a nadie, pero es diferente, eres más fuerte que antes, te pueden dar todos los golpes que quieran pero aún así, te compadeces de ellos y te mantienes intemperante e inmóvil en tu puesto.

Y entonces, llega alguien, alguien que todavía te hace cambiar más, alguien que es la única persona que te puede hacer confiar en alguien, alguien que todavía puede sacarte de ahí algo, sacarte lo mejor, y entonces se va, viene y se va, y solo Dios sabe cuando la volverás a ver, entonces es cuando nace de nuevo tu vena violenta, pero ya es distinto, todo es diferente, ya no lo pagas con nadie, ni con nada, lo pagas con folios y tinta, porque tienes a alguien, tienes algo, por quien y por lo que no ser violento.




Sois absolutamente libres de sacar todo el provecho posible. Pero debéis comprender que esta riqueza no os pertenece, pertenece al pueblo. Tomad aquello que os haga falta para cubrir vuestras necesidades legítimas y emplead el resto en el bien de la sociedad.

M. Gandhi.

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