DE LA IRRACIONALIDAD DE NUESTROS ACTOS.

Son en los momentos más inestables y problemáticos de tu actitud, cuando de verdad, te das cuenta de quién eres. Podríamos resumir nuestras vidas en un conjunto no muy acotado de palabras y ni siquiera tendríamos suficiente espacio para poder describirlas, no obstante, son en esos momentos, en esos espacios reducidos, llenos de desobediencia, cuando de verdad nos damos cuenta como somos.

No somos seres normales, ni tampoco actuamos como tales, nos limitamos a guiarnos por los impulsos de nuestros pensamientos, y aunque muchas personas consideren que un ser impulsivo es sinónimo de ser irracional, no se da en nuestro caso. Hemos aprendido tanto, y hemos enseñado tanto, que hemos podido asumir de forma racional la impulsividad de nuestros actos.

Mucha gente podría llegar a pensar que eso quizás en un futuro nos cueste la vida, al margen de eso, no hay mejor miel que el vivir del presente, y es que, queráis o no queráis, siempre somos seres felices, pues hemos adentrado profundamente la racionalidad en nuestros actos impulsivos, somos apetecibles en el sentido estricto e inteligente de la palabra, pasamos de ser una conducta caótica a una elegante entropía.

No hay placer más inmenso en el mundo entero, que el poder llevarle la contraria a este, y todavía el placebo es mucho mayor, cuando no tienes razón. Aprender a base de errores, quizás sea lo más bonito de nuestras vidas. Vidas extrañas, pero preciosas, desobedientes como ellas solas, y nunca podremos decir que nos haya faltado algo. Hemos tenido drama, suspense, emoción y sobre todo, mucho amor. Quizás eso haya sido, la consecuencia del odio de nuestra no actitud.

Hay a veces, que lo mejor de todo, es no pensar dos veces, y simplemente dejar a tu inconsciente racional actuar por ti mismo, es la única forma racional que sabes que tu vida ha podido adoptar, y sobre todo, permitir enseñar.



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