DE LA HIPOCRESIA CONTEMPORÁNEA

Hubo una época no muy lejana, donde existían símiles sociales parecidos a los actuales, sociedades con profesores, mercaderes, bailadores, bufones. cazadores y pensadores. También existieron sociedades con distribuciones de la renta no muy apuntadas, ni tampoco muy asimétricas, ni siquiera las unas con las otras, las monedas sociales de verdad eran fuertes, no fluctuaban mucho, por lo que tampoco debían de existir ciclos económicos tan desfasados y cortos, al contrario, se premiaban las economías cuya virtuosidad yacía en su tremenda estabilidad y equidad distributiva. Las sociedades eran por lo general más pequeñas, por lo que su cultura nunca peligraba, y sus líderes políticos a pesar de su definitiva y perpetúa naturaleza tenían menos poder sobre sus naciones, por lo que su corrupción tampoco era un aspecto preocupante, también hubo sociedades como la de Sumer, cuyos líderes políticos eran pensadores y teólogos, acostumbrados a estudiar y enseñar la mitología, historia y ciencias a sus conciudadanos, fueron estos los responsables de la creación de la primera escritura humana, la cuneiforme, dónde habrán quedado dichos líderes políticos encargados de la creación, fomento y desarrollo de todas sus ciencias, en lugar de promover su destrucción y despozoñamiento.

No sé cuándo, fue el fin de esto, no sé cuándo se dio la revolución más importante y pecaminosa del ser humano y de sus sociedades, y no lo sé,  no por una falta de presentimiento, si no por un ser enormemente escéptico en mi interior y por el nulo hallazgo de algún libro que me diga verdaderamente cuando se produjo dicho cambio en la mentalidad humana. No sé si fue durante o tras, la caída del Imperio Romano, del descubrimiento de América o de la Revolución Industrial, lo que sé, es que una vez existieron mercaderes, personas que comerciaban con objetos, minerales, vasijas, alimentos y animales de tierras lejanas, que de verdad a los hombres y a sus sociedades contentaban, y que verdaderamente satisfacían sus necesidades, pero que hubo un día en el que esto se acabó, los hombres dejaron de comerciar con productos y necesidades que hacían nuestras vidas más fáciles, sencillas y apacibles, si no al contrario, nos envolvieron en una espiral de necesidades insaciables condenando nuestras vidas a la más tortuosa insaciabilidad y negativa complejidad del ser.

Las nuevas tecnologías, los nuevos transportes, comunicaciones, desarrollos científicos se utilizaron negativamente, los políticos no hicieron nada al respecto, al revés, lo fomentaron, repugnando y haciendo caso omiso de las grandiosas posturas filosóficas de sus contemporáneos, y se autoconvencieron de una forma vil y necia, no supieron distinguir la naturaleza económica de la humana y social, y que de la misma forma que la economía siempre se deberá de intervenir en el menor grado posible, su intervención es necesaria para preservar los deberes sociales y humanos.

De esta forma se fomentó ilimitadamente la doctrina de la Acumulación del Capital, se consideró que los estados y naciones serían más ricos en la medida que aumentase su consumo, de hecho, se construyeron índices y mercados en torno a estos, no solo para financiar capitales privados, si no para la generación de negocios aparentes y cortoplacistas, las crisis económicas dejaron de obedecer a causas como a unas limitaciones, sequías o parajes de suministros agrícolas, su esencia dejo de ser esta, para ser la mera especulación y avaricia humana.

No os confundáis, no tengo nada en contra del capitalismo, al fin y al cabo, es el sistema económico que obedece a limitar los intereses políticos, con el fin de que estos no pongan sus sucias manos en los aspectos comerciales del individuo, pero esto no quita la despreciable conducta con la que estos, durante los últimos siglos, hayan fomentado el sobredimensionamiento de este, sin pensar en las consecuencias morales, psicográficas y sociales que acabamos sufriendo todos. Nos dicen y nos hacen creer, que un estado es más rico, a medida que se consume más en este y ni siquiera recalcan si en dicha nación consumen unos pocos mientras el resto se muere de hambre o si estos son inaccesibles a una adecuada educación.

De ahí el hipocresismo actual,  creemos de verdad lo que nos dicen,  semejantemente a la epopeya bíblica de la Torre de Babel, no sabemos distinguir lo que de verdad significa el vocabulario que a diario utilizamos, en esta sociedad todo se corrompe, ya quedan pocos, que hagan algo por placer y no por una mera cuestión económica, y los que empiezan haciéndolo de esta forma y acrecentan sus posesiones materiales, al poco tiempo se puede ver como pierden la esencia de sus obras, pues las venden a los gustos y demandas de la mayoría, dejan de hacerlo por gusto y lo convierten en negocio,  ya quedan pocos Da Vinci's, seres capaces de practicar todas las ciencias, estudiamos para especializarnos en una parte del trabajo de en el que al final acabamos trabajando, ni si quiera conocemos un atisbo de la disciplina científica en la que creemos habernos especializado, los seres ya no leen ni estudian por gusto, su única motivación es la económica, los hombres cada vez somos más iguales entre unos y otros, y eso de la diversidad cultural es una falacia, es lo que realmente a nivel mundial se esta perdiendo, el lujo y lo que ello implica, una distinción de la persona por una mera cuestión económica al margen de que este no haya hecho nada para poder ser distinguido de tal modo, he llegado a la conclusión, de que el humano y que todas sus sociedades, han perdido su universalidad, su esencia, su dirección y lo más catastrófico de todo,  habéis perdido vuestra humanidad, solo vivís para el desarrollo de vuestra hipocresía social y natural.


Esto es un cáncer que acabará en metástasis, los seres cultivando su apariencia y olvidando su esencia, satisfaciendo vicios y olvidándose de sus necesidades naturales, pero la verdad, es que solo unas muy pocas personas podrían llegar a alcanzarlas, no olvidemos que somos como ese león enjaulado, que aparenta ser feroz y temible, pero que en esencia no sobreviviría ni un día en la sabana africana.



" Por precio fuisteis comprados, no os hagáis esclavos de los hombres."
 Corintios I, 7, 23



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